2014 in review

The WordPress.com stats helper monkeys prepared a 2014 annual report for this blog.

Here’s an excerpt:

The concert hall at the Sydney Opera House holds 2,700 people. This blog was viewed about 24,000 times in 2014. If it were a concert at Sydney Opera House, it would take about 9 sold-out performances for that many people to see it.

Click here to see the complete report.

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Mochilão, minha primeira vez

Não fazia parte dos meus planos começar a escrever sobre o mochilão desde já. Estou tomando notas de quase tudo e realmente quero dividir minhas experiências e encorajar outras pessoas a fazerem o mesmo, mas imaginei escrever tudo de uma vez, no final, até porque é quase impossível frear essa experiência para sentar na frente de um computador. Acontece que eu estou vivendo tantas coisas e cada dia é tão intenso que temo perder a emoção necessária para colocar no papel se deixar para depois.

Por hora, decidi contar como resolvi começar tudo isso e como foram feitas as escolhas dos destinos. E, antecipo que, como em tudo que eu faço, foi o acaso quem tomou as rédeas. Minha jornada comecou em 3 de dezembro, partindo de Bogotá para Cartagena. No dia 9, voei para Lima e, até o dia 17, tenho que chegar a Quinto para pegar meu voo de regresso a Bogotá.

Cartagena sempre esteve nos meus planos. Antes de chegar a Colômbia, antes de conhecer a Colômbia, me falavam que eu TINHA QUE conhecer Cartagena. Essa cidade é o que o senso comum utiliza para dizer que no país existem partes bonitas e que não é pura violência (não é necessário, mas vou tomar nota de que a cidade é LIN-DA sim, mas que existem muitas outras partes do país que são igualmente ou mais bonitas) . Ok.

Assim, durante os quatros meses que estive em Bogotá, perdi mil e uma oportunidades de ir a Cartagena. Tivemos muitos feriados, mas outros destinos surgiram e a cidade ficou para o final. Com isso, planejei a viagem com a Dani, minha room-mate, numa data que fosse dias antes da volta dela ao México. Para mim, foi incrível, pois sabíamos que a viagem era a nossa despedida juntas e aproveitamos cada segundo. Dormir nao fez parte dos nossos planos, até porque a cidade é perfeita para o dia e para a noite.

Meu segundo destino, Lima, foi casualidade. Eu queria ir a outro país para dar um grand finale ao meu intercâmbio, mas voar pela Amércia Latina é excessivamente caro. Meu segundo problema seria encontrar companhia que topasse essa loucura. A primeira questão, do alto custo dos voos, foi facilmente solucionada. Uma amiga, que sabia da minha vontade de viajar pelo continente, me enviou um e-mail com uma promoção da companhia aérea VivaColombia – para os que nunca ouviram falar, é a cia superbarata da Colômbia, famosa pelos excessivos atrasos e porque só se pode viajar com equipagem de mão- , que estava inaugurando sua linha internacional para Lima e Quito, com voos de 99 dólares. Contactei a todos os meus amigos e conhecidos de Bogotá e, em um primeiro momento, ninguém topou a viagem, ou pelo dinheiro ou porque já tinham a passagem de volta a seus países.

Entretanto, não demorou muito e meus dois amigos mais easy going, alemães, toparam. A ideia era o trajeto super lugar comum Lima-Cusco-Lima, mas depois de certa pesquisa, descobrimos que Cusco estava em temporada de chuva, e corríamos o risco de chegar até lá e encontrar o caminho a Macchu Picchu fechado, além do fato de que gastaríamos 36 horas em ônibus para ir e 36 para voltar a Lima, e só tínhamos 8 dias de viagem em razão do meu retorno ao Brasil.

Com isso, unimos o útil ao agradável, e compramos a passagem de ida por Lima e de regresso por Quito, viajando, assim, pelo norte do Peru, com a ideia de conhecer as maravilhas da arqueologia e praias daqui.

Nesse exato momento, estou em um ônibus que tem wi-fi, em caminho ao meu segundo destino do Peru, o que me permite escrever. Eu realmente me sinto muito abençoada por poder viver isso tudo e espero ter a sabedoria necessária para tirar o melhor da experiência. E, claro, ter muita história para contar, afinal, isso é o que me move hehe

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BRASIL X LATINOAMÉRICA (Si, se habla español)

Cuando llegué a Colombia, la gran dificultad que encontré no fue el idioma. A pesar de fallar con el vocabulario algunas veces, podía hacerle frente a esto muy bien y, de verdad, todos siempre dijeron que me entendian con claridad. La gran dificultad que encontré llegó con el contacto con mis compañeros de casa como: chilenas, mexicanas, argentinas y colombianas. Cuando empezamos las primeras conversaciones y rumbas, me di cuenta que yo era una extraña para ellas, una rara. Las chicas compartían los mismos gustos musicales, conocían las mismas canciones “latinas”, los mismos actores, películas, autores y yo, que también soy latina, conocía tanto de todo esto como otra compañera de casa, pero ella era alemana…

Las chicas hasta se reían de mi. “¿Cómo no conoces a Calle 13? ¿En qué mundo vives? ” “Yo vivo en Brasil, chicas, y allá en se escucha eso” “Si, samba, samba “. Y así fueron mis primeras semanas aquí. Para mí, fue maravilloso. Conocí muchísimo! Fui a conciertos de cantantes super conocidos, que solo no eran conocidos por mi. Tomé “clases” de salsa, merengue, reggaeton – lo qué no significa que haya progresado en cualquiera de estos ritmos – , hasta ví películas mexicanas y cualquier conversación en el baño se convirtió en una verdadera lección.

Hoy, después de casi tres meses, puedo decir que tengo un enorme equipaje de conocimiento y, tal vez, incluso haya ampliado mi identidad: me identifico como latinoamericana. Creo que en Brasil pierden, y mucho, cuando no toman conocimento de todo lo bueno que se crea en nuestro continente.

Lo que nosotros, los brasileños, conocemos son las películas de Hollywood, las canciones pop en inglés y los realities shows de la vida privada. Los que me conocen, saben que soy una apasionada de los tres, y eso no va a cambiar, al menos por ahora. Lo que no es correcto es limitar nuestro conocimiento a esas cosas que la prensa trae hasta nosotros, sobre todo porque tiene muy poco que ver con nuestra identidad. Por más que yo quiera, mi realidad no es la misma que la de una Kardashian.

Así que después de escuchar incontables veces de mis maestros que “somos latinos, creamos arte latino, literatura latina, teorías latinas, no seamos una copia” creo más que nunca, en la importancia de un identidad cultural en nuestro continente, una vez que tenemos tantas similitudes históricas y culturales. El único problema es que fuera de Brasil, todo esto es más tangible. En mis clases, he leído teorías argentinas, chilenas, colombianas y así. Todos mis compañeros, de diferentes nacionalidades, leyeron Gabriel García Márquez en el quinto grado.

No es muy difícil deducir que esta exclusión brasilera se hace por la barrera lingüista del portugués. Esto podría ser fácilmente modificado, pero la realidad es que los brasilenos no tienen grandes intereses por el español. El brasileño puede, o por lo menos cree que puede, entender el español. Por lo tanto, no estudiamos la lengua, y si el Inglés o el francés. De hecho, nuestra comprensión del español me parece satisfactoria. Si no hubiera estudiado en Colombia o em Argentina, -donde aprendí el idioma- aún así podriá lograr entender las lecturas, obvimente no muy bien. Sin embargo, el contacto y el gusto por este idioma nos llena mucho más que el simple lenguaje, es decir, nos lleva a un hermoso universo que es nuestra LATINOAMÉRICA.

Una vez que aprendemos el idioma, podemos, así como el chileno, mexicano y colombiano, tener un primer acceso a todo lo que se produce en los diferentes países. Imaginemos un equipaje increíble que en todas las áreas del conocimiento. Por ejemplo, para no hablar de artes, cito el tema de la urbanización, en la que Bogotá se enteró de Curitiba acerca del BRT, aquí llamado Transmilenio y Río de Janeiro aprendió con Medellín a utilizar el teleférico como un medio de transporte público para los habitantes de las favelas. Yo creo en el intercambio de ideas entre nuestros países, ya que nuestros problemas son los mismos, y las soluciones también lo serán.

Por lo tanto, digo que Colombia me ha cambiado de muchas maneras, y una de ellas es que, de ahora en adelante, voy a defender la idea de que más personas aprendan y practiquen el español, y conoscan la riqueza de lo que se produce en este lenguaje como: películas, libros o música. Que visiten América Latina!!. En resumen, busquen conocer mejor a su prójimo y, sobre todo, seamos orgullosos de quienes somos y de la riqueza de lo que tenemos en nuestro continente.

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LA NACIONAL DE COLOMBIA – IMPRESIONES DE UNA EXTRANJERA

Siempre me alegró muchísimo el hecho de que la Universidad Nacional tuviera numerosas exposiciones sobre Gabriel García Marquéz en los diferentes edificios, pero nunca pensé que había alguna razón particular para esto, porque Gabo es motivo de orgullo nacional. Nosotros decimos ser el “país del fútbol y el carnaval,” ellos dicen que son el “país del café y de García Márquez.”

Pero, en una de mis andanzas por alguna exposición cualquiera, descubrí que él fue estudiante de la Universidad Nacional, mi universidad! Y, precisamente, cursó la carrera de derecho, mi carrera! Una vez que el actual edifício de la Facultad de Derecho fue construído en 1940 y Gabo asistió a la universidad entre 1947 y 1948 (él nunca se graduó!), la conclusión a la que llego es que GARCIA MARQUEZ Y YO SOMOS COMPAÑEROS EN LA UNIVERSIDAD. Compartimos los mismos salones, los mismos caminos y probablemente tomamos un tinto eN la misma cafetería! Que loco!

Cuando me enteré de eso, me sentí tan feliz y emocionada! No sólo porque el personaje más importante de este país, y quizás de LatinoAmérica, había estudiado donde, por broma del destino, hoy estoy yo, esto no es el principal motivo de mi alegría, si no que finalmente, comprendí la importancia de esta universidad para Colombia y por tener el inmenso privilegio de hacer parte de esta historia, aunque de una manera tan sencilla.

“La Nacional”, “La U” o “La Nacho”, como los estudiantes cariñosamente la llaman, es la universidad más famosa y de mejor calidad del país. El estudio universitário acá es extremadamente costoso y, cuantitativamente, hay menos escuelas que en Brasil. Por lo tanto, el examen de admisión de la Nacional tiene altísimos niveles de competencia. En un ejemplo ridículo, es como si en Río de Janeiro no hubiera la UFRJ, UERJ, UFF y UNIRIO, pero sólo una gran universidad pública, la mejor del país, y todos los estudiantes de Brasil quisieran ingresar allí.

Debido a esta gran competición, los estudiantes acá vienen de muchas partes del país, razón por la cual la universidad recibe otro apodo, “La Pequeña Colombia”, es decir, refleje exactamente la diversidad cultural de todo el territorio nacional. Pocos son los estudiantes nacidos y crecidos en Bogotá. Hay gente de la costa, gente de pueblos, ciudades pequeñas, ciudades más o menos grandes, hay incluso indígenas, con ropa de indígenas, que estudian portando notebooks.

La Nacional es poesía pura, es preciosa. La universidad, vista desde arriba, tiene la forma exacta de un búho, animal símbolo de la sabiduría (busquen en google maps!), y fue proyectada por dos alemanes. Ellos trajeron para el país el concepto de “campus”, lo que yo no conocía antes.

Plan de la Universidad Nacional en forma de búho

Plan de la Universidad Nacional en forma de búho

Cada carrera tiene su propio edificio y estos cuenta com características de la profesión y del estudiante – el edificio de Ciencia y Tecnología, por ejemplo, es ultra-moderno, el de Bellas Artes cuenta con dos grandes esculturas en la entrada y otras dispersas por todo el edificio y el de derecho, mi favorito, fue construido en forma de una escala, nuestro símbolo de la justicia. Ademas, entre todos los edificios, hay grandes zonas verdes, donde los estudiantes se reunen entre una clase y outra.

El edificio del colegio de abogados, la balanza de la justicia

El edificio del colegio de abogados, la balanza de la justicia

El común denominador de los estudiantes de todas las carreras y también nuestro punto de encuentro es la “Plaza Che”. Hasta el año 1976, la plaza fue nombrada “Plaza Santander,” y fueron los propios alumnos quienes, a través de un acto simbólico, decapitaron la estatua de Francisco de Paula Santander – militar, político y considerado libertador de Colombia -, colocaron un árbol en su hogar y pintaron a Ernesto Che Guevara en la pared.

La Plaza Che

La Plaza Che

El movimiento estudiantil que decapitó a la estatua del libertador del país y cambió el nombre de la plaza central todavía está presente y activo en la Nacional. Los estudiantes, de todas las carreras, están muy comprometidos políticamente, lo que se nota desde el momento en que uno pisa el campus. Todas las paredes están llenas de graffitis con contenido ideológico, desde feminismos hasta las FARC.

En la parede del edifício de Derecho

En la pared del edifício de Derecho

Además, la lucha no está sólo en las paredes, sino también en las calles del campus, donde, algunas veces, vemos a los estudiantes con las caras enmascaradas, los “encapuchados”, utilizando el territorio de la universidad para protestar, con explosivos y “papas-bombas” (tomo nota de que, a pesar de la causa, la mayoría de los estudiantes están en contra del uso de la violencia como una forma de protesta). Cuando esto sucede, las clases están suspendidas, a pesar de que nosotros, los extranjeros, estamos allí tomando fotos.

Los Encapuchados

Los Encapuchados

Si no fuera por mi experiencia en la Nacional, estoy segura de que no iba a conocer este país como lo conosco hoy. El título de “pequeña Colombia” fue concedido de forma muy justa. El ambiente de la nacional te llena de conocimiento, simplemente por el hecho de estar allí.

Yo siempre digo que la experiencia de la educación pública es indispensable para la formación del hombre, porque le proporciona una noción de mundo y del otro, y la Nacional sólo mejora mi pensamiento. Todos los estudiantes son tan plurales y, al mismo tiempo, luchan incansablemente por este país. Ellos me enseñaron que la Colombia piensa, Colombia actúa, Colombia produce, Colombia no es y nunca debería haber sido un país estereotipado por las drogas y la guerrilla. Colombia es más.

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LA NACIONAL DE COLOMBIA

Eu sempre achei bonito o fato da Universidad Nacional ter inúmeras exposições, em diferentes edifícios, sobre Gabriel García Márquez, mas nunca pensei que houvesse qualquer razão especial para isso, afinal, o Gabo é motivo de orgulho nacional. Enquanto nós nos intitulamos o “país do futebol e do carnaval”, eles dizem que são o “país do café e do García Márquez”.

Até que, em uma das minhas andanças por alguma exposição qualquer, descobri que ele foi aluno da Universidad Nacional, a minha universidade! E mas precisamente cursou a carreira de direito, minha carreira! Atentando para o fato de que o atual prédio da faculdade de direito foi construído em 1940 e Gabo frequentou a universidade entre 1947 e 1948 (ele nunca se graduou!), a conclusão que chego é que EU E GARCÍA MÁRQUEZ FOMOS COMPANHEIROS DE UNIVERSIDADE. Dividimos as mesmas salas, os mesmos caminhos e, provavelmente, tomamos café na mesma cafeteria! Gente, que máximo!

Quando soube disso, me senti tão contente e emocionada! Não só pelo personagem mais ilustre desse país e quiçá da América Latina estudar onde, por brincadeira do destino, hoje estou – isso foi a cereja do bolo. Mas por, por fim, compreender a importância dessa universidade para a Colômbia e ter o imenso privilégio de fazer parte dessa história, ainda que de forma tão sensível.

“La Nacional”, “La U” ou “La Nacho”, como os estudantes carinhosamente a chamam, é a universidade pública mais famosa e de melhor qualidade do país. O estudo superior aqui é extremamente caro e, quantitativamente, existem bem menos faculdades que no Brasil. Assim, o exame de admissão da Nacional – que tem um sistema bem parecido com o nosso “vestibular” – apresenta índices altíssimos de concorrência. Num exemplo caricato, é como se no Rio de Janeiro não houvesse UFRJ, UERJ, UFF e UNIRIO, mas apenas uma grande universidade pública de ponta, a melhor do país, e todos os estudantes do Brasil quisessem ir para lá.

Devido a essa grande concorrência, os estudantes aqui são provenientes de muitas partes do país, razão pela qual a universidade recebe outro apelido, “la pequeña colombia”, ou seja, representa exatamente a grande diversidade cultural de todo o território nacional. São poucos os estudantes nascidos e criados em Bogotá. Tem gente da costa, gente de povoado, cidade pequena, cidade mais ou menos grande, tem até índio, com roupa de índio, que estuda usando notebook.

A Nacional é pura poesia, é encantadora. A universidade, vista de cima, tem a forma exata de uma coruja, animal símbolo da sabedoria (olhem no google maps!), resultado do projeto de dois alemães. Eles trouxeram para o país o conceito de “campus” e minha maior proximidade com isso tinham sido os filmes de irmandade norteamericanos.

plano da Universidad Nacional, em forma de coruja

plano da Universidad Nacional, em forma de coruja

Cada carreira tem seu próprio edifício e estes são supercaracterísticos da profissão e dos estudante – o edifício de Ciência e Tecnologia é ultramoderno, o de Belas Artes tem duas grandes esculturas na entrada e outras espalhadas por todo o prédio e o de Direito, meu favorito, foi construído na forma de uma balança, nosso símbolo da justiça. Ainda, entre tais edifícios, existem grandes áreas verdes, onde os estudantes morgam no gramado entre uma aula e outra.

O prédio da faculdade de direito, a balança da justiça

O prédio da faculdade de direito, a balança da justiça

O denominador comum dos estudantes de todas as carreiras e nosso ponto de encontro é a “Plaza Che”. Até o ano de 1976, a praça recebeu o nome de “Plaza Santander”, e foram os próprios estudantes que, mediante um ato simbólico, decapitaram a estátua de Francisco de Paula Santander – militar, político e considerado libertador da Colômbia -, colocaram em seu lugar uma árvore e pintaram a Ernesto Che Guevara na parede.

La Plaza Che

La Plaza Che

O movimento estudantil que decapitou uma estátua do libertador do país e mudou o nome da praça central continua presente e atuante na Nacional. Os alunos, sejam de humanas ou exatas, são extremamente engajados politicamente, o que se nota a partir do momento em que alguém pisa no campus. Todas as paredes estão tomadas por grafites com conteúdo ideológico, de feminismo a apologia às FARC.

Na parede do edifício de direito

Na parede do edifício de direito

Além disso, tal movimento não está apenas nas paredes, mas também nas ruas do campus, onde, não raro, vemos estudantes com as caras tapadas, os “encapuchados”, que usam o território universitário para protestar, com explosivos e “ papa-bombas” (quero registrar que, apesar da justa causa, a maioria dos estudantes é contra o uso da violência como forma de protesto). Quando isso acontece, as aulas são suspensas, muito embora nós, os gringos, ficamos lá tirando fotos.

Os encapuchados

Os encapuchados

Se não fosse pela minha experiência na Nacional eu, seguramente, não conheceria esse país como conheço hoje. O título de “pequeña colombia” foi concedido de forma extremamente justa. O ambiente da Nacional embriaga e te enche de conhecimento pelo simples fato de ali estar.

Eu costumo dizer que a experiência do ensino público é indispensável para a formação do homem, pois te proporciona uma noção de mundo e do outro, e a Nacional apenas potencializa esse meu pensamento. Todos os estudantes são tão plurais e, ao mesmo tempo, lutam incansavelmente por esse país. Eles me ensinaram que a Colômbia pensa, a Colômbia age, a Colômbia produz, a Colômbia não é e nunca deveria ter sido um país estereotipado pelas drogas e pela guerrilha. A Colômbia é mais.

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Colombia, con gusto*

Levei três meses para começar a rascunhar o texto cujas palavras estiveram vagando pela minha cabeça durante todo esse tempo. Sim, já fazem três meses que eu estou aqui. Desde que entrei no avião, me senti na obrigação de explicar “por que Colômbia?”. Os amigos mais próximos, e até os colegas, já cansaram de me ouvir falar sobre isso, mas o ponto é que eu sentia que precisava colocar no papel, fazer a minha história não ser pura palavra ao vento, mas se perpetuar na forma mais bonita que existe, através de um texto.

Eu sempre fui fissurada pela ideia de um intercâmbio, e nem eu sei o por quê. Talvez seja porque eu sempre fui apaixonada por cidades, idiomas, novos amigos e novas comidas. Quando comecei a pensar sobre isso, achava que tudo era muito impossível, os pais precisavam ter uma excelente condição financeira para mandarem os seus filhos a outro país, que quase sempre eram os caríssimos europeus ou english speakers.

Para concretizar o meu sonho, resolvi juntar dinheiro e ver no que ia dar. Comecei a dar aulas particulares de português e inglês e, no final de 2011, obviamente época das provas finais, já ensinava também química, física e matemática (que conste que todos os meus alunos foram aprovados).

Lembro-me que juntei quase mil reais, o suficiente para pagar minha passagem de ida e regresso à Buenos Aires (só deu para Buenos Aires mesmo!). Sentei com os meus pais na mesa da sala, com um plano bem estruturado de custos e benefícios, e disse que queria fazer um curso de espanhol – afinal, eu P-R-E-C-I-S-A-V-A de um diploma, o mundo nunca aceitaria que eu sei o que sei porque escutava RBD -. Eles apoiaram a ideia. Minha mãe pagou o curso, meu pai me deu dinheiro para gastar e lá fui eu, viver o mês de janeiro mais especial que tenho para contar, sem nada de amor de verão, sol, calor e praia. Que experiência! Que lindo! Voltei com alguns quilos a mais, muitos amigos que nunca mais falei, mas sei que são meus amigos, e um diploma de español B2.

Eu vivi um sonho, mas ainda não era o meu sonho, entende? O que eu buscava era ficar um tempo (mesmo!) fora, talvez uma universidade, uma imersão verdadeira. Mas o que eu ia fazer? Nada. Minha família não tinha grana para me manter, no mínimo, 6 meses em outra parte e minha carreira não recebe muitos subsídios para isso. Vida que segue. Como eu não sou de desistir, não matei meu sonho, apenas o coloquei para dormir. Quem sabe um mestrado no exterior? Doutorado sanduíche? Só ideia boa!

Até que um dia vi um cartaz, em um dos corredores da UERJ, sobre o programa de bolsas IberoAmericanas Santander, um convênio do banco com a universidade para fomentar o intercâmbio nos países espanofalantes. Sem qualquer restrição de carreiras. Pré-requisito: ceritificado de espanhol intermediário. E adivinhem? EU TINHA UM DIPLOMA DE ESPANHOL!

A proposta me pareceu bem difícil, eram dez vagas para toda a universidade e eu nem tinha iniciação científica, por exemplo. Mas eu tinha o meu carão, um CR que grazadeus era maior que nove – por muito pouco, mas era – e dois estágios lindos na bagagem. Fiz minha parte! Montei um bom curriculum, coloquei foto das revistas Megazine que participei, consegui carta de recomendação com professores, editores de jornal e de revista, cobrando favores por todos os projetos extracurriculares que participei desde os meus quatorze anos. Só eu mesma.

O resultado saiu e eu não fui escolhida. Tinha montado minha proposta de intercâmbio para a Universidad de Salamanca, na Espanha, mas não rolou. Lembro-me de ler a lista dos aprovados para a bolsa como se fose hoje, dos nomes e de buscar o meu, sem sucesso. Isso foi bem triste. Dois dias depois meu telefone tocou, era do Departamento Internacional da Uerj. Uma menina, aprovada para a bolsa, também foi convocada para passar dois anos na Alemanha, razão pela qual desistiu da sua proposta de ir à Colombia e eu estava em uma lista suplemente: “meus parabéns, Anna Paula! Você pode nos dar a resposta agora? Ou então vamos ligar para a segunda da lista”. Óbvio que eu não podia dar a resposta na hora, pedi um dia. Eu não sabia N-A-D-A sobre a Colômbia, e o que senso comum me dizia não era muito bom.

Liguei para a minha mãe, que achou a melhor coisa do mundo. Liguei para o meu namorado, que disse para eu ficar calma, que a gente podia pensar junto e pesquisar um pouco mais sobre o país e as cidades – o que fizemos mais tarde, e continuamos a fazer por todos os outros dias. Liguei para a minha professora e mentora, que disse que eu TINHA que aceitar (e eu nunca esquecerei a conversa que travamos esse dia no telefone e todas as palavras encorajadoras dela).

Eu acho que nem preciso dizer que eu aceitei, com medo, mas aceitei. Medo do novo, medo do velho, melhor de todo esse imprevisto, medo de não ter controle, medo do medo. Hoje, depois desses três meses aqui, meu coração é só gratidão e eu nem acredito em como está valendo a pena. O país que me surpreendeu, a universidade maravilhosa em que eu estou (que merece um texto imenso só para ela e em breve ganhará), os amigos que fiz e que dessa vez tenho CERTEZA que continuarei falando e marcaremos encontros all over the globe, os velhos amigos que nunca me abandonaram, o meu amor, que foi compreensível de uma forma que eu nunca conseguiria ser.

Essa é a minha história. Quando disse que queria Espanha e ganhei uma bolsa para a Colômbia, me disseram que eu “ pedi playstation e levei jogo da vida”, mas eu nunca fui fã de playstation mesmo. Aqui estou, muito feliz com o meu jogo da vida e, de fato, vivendo esse jogo, tão imprevisível quanto o de tabulheiro, mas isso faz parte. Aliás, nem sou eu quem afirma isso, afinal, “ it’s something unpredictable, but in the end it’s right, I hope you have the time of your life”.

Minha primeira foto na Colômbia!!! Super feliz

Minha primeira foto na Colômbia!!! Super feliz

*O título do texto é original de uma exposição de fotografias colombianas da estudante JÉSSICA CARVALHO, também da UERJ, beneficiária pelo mesmo programa de bolsas

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Sí, se habla español

Quando cheguei à Colômbia, a grande dificuldade que encontrei não foi o idioma. Apesar de falhar em algumas questões de vocabulário, eu poderia lidar muito bem com isso – assim como todos sempre elogiaram o fato de me entenderem com clareza. O grande choque veio com o contato com as minhas companheiras de casa – chilenas, mexicanas, argentinas e colombianas. Assim que começamos as primeiras conversas e “nights”, percebi que eu era uma verdadeira estranha no ninho. Elas compartilhavam os mesmos gostos musicais, sabiam dançar os ritmos “latinos” sem problemas, conheciam os mesmos atores, filmes, autores e eu, que também sou latina, sabia tanto de isso tudo quanto uma outra companheira de casa, só que ela alemã.

As meninas chegavam a se divertir com isso. “Como así no conoces a “Calle 13”? En qué mundo vives?” “Vivo em Brasil, chicas, y allá no se escucha eso” “Si, samba, samba”. E assim foram as minhas primeiras semanas aqui. Para mim, foi maravilhoso. Eu conheci tanta coisa! Fui a shows de artistas superpopulares, que apenas não eram populares para mim. Tive “aulas” de salsa, merengue, reggaeton – o que não significa que eu tenha progredido em qualquer um desses ritmos -, assisti a filmes mexicanos – sente o drama, literalmente! – e qualquer conversa de banheiro se tornou uma aula.

Hoje, depois desses quase três meses, posso afirmar que tenho uma bagagem enorme e, talvez, tenha até mesmo expandido a minha identidade: me identifico como latina. Acho que o Brasil perde, e muito, quando fica à margem de tudo de bom que se cria em nosso continente.

O que chega até nós, brasileiros, são os filmes de Hollywood, as músicas pops em inglês e os realities da vida privada. Quem me conhece, sabe que eu sou apaixonada pelos três, e isso não vai mudar, pelo menos por enquanto. O que não é adequado é limitar o nosso conhecimento a essas coisas que chegam até nós, principalmente pelo fato de que isso não tem muito a ver com a gente. Por mais que eu queira, a minha realidade não é a de uma Kardashian.

Assim, depois das inúmeras vezes que escutei dos meus professores que “somos latinos, criemos arte latina, literatura latina, teorias latinas, não sejamos uma cópia” acredito, mais que nunca, em como é importante uma identidade cultural do nosso continente, em razão das nossas similitudes históricas e sociais, e vejo como aqui, fora do Brasil, tudo isso é mais tangível. Em minhas aulas, leio teorias argentinas, chilenas, colombianas e por aí vai. Todas as minhas companheiras, de distintas nacionalidades, leram Gabriel García Marquez na quinta série.

Não é muito difícil deduzir que essa exclusão brasileira se dá pela barreira linguística. Isso poderia ser facilmente modificado, mas a realidade é que o brasileiro não tem grandes interesses pela língua espanhola. O brasileiro pode, ou pelo menos acha que pode, entender o espanhol. Com isso, não estudamos o idioma, sempre optamos pelo inglês e, na hora de escolher uma terceira língua, vem o francês. Realmente, o nosso entender do espanhol me parece satisfatório. Se não tivesse vindo a Colômbia ou a Argentina, onde cursei o idioma, ainda assim, compreenderia as leituras, por exemplo – obvimente aos trancos e barrancos. Entretanto, o contato e gosto por essa língua nos acresce muito mais que o idioma, nos transporta para um universo lindo que é a nossa LATINOAMÉRICA.

Uma vez que estejamos particularizados com o idioma e tenhamos algum interesse, poderemos, assim como as chilenas, mexicanas e colombianas, ter acesso de primeira a tudo que se produz em nossos vários países. Imagina a bagagem incrível que teremos, em todas as áreas do saber. Por exemplo, para não falar de arte, cito a questão da urbanização, em que Bogotá aprendeu de Curitiba o BRT, aqui chamado transmilenio e Rio de Janeiro aprendeu de Medellin o teleférico como meio de transporte coletivo para os habitantes das favelas. Eu acredito nesse intercâmbio de ideias em nossos países, afinal, se nossos problemas são iguais, as soluções também serão.

Por isso, afirmo que a Colômbia me mudou em muitos sentidos e, um deles, foi o fato de que, de agora em diante, vou defender a ideia de que as pessoas pratiquem mais o espanhol, que conheçam a riqueza do que é produzido nesse idioma, sejam filmes, livros ou músicas, que visitem a América Latina, que busquem conhecer melhor o seu vizinho e, principalmente, se orgulhem de quem somos e da riqueza que temos aqui.

Por último, mas não menos importante, com o único intuito de dar água na boca, selecionei algumas produções latinas que agora fazem parte da minha bagagem, enjoy!

1 – Gepe – Bomba Chaya 

Gepe é uma banda chilena, de Santiago, que eu tive a oportunidade de ver no evento “Rock al Parque”. Eles são conhecidos por misturarem os ritmos do folclore nacional com a cultura pop. Apesar de escolher esse clipe por ser o mais representativo do conceito da banda, minhas músicas favoritas são “Fruta y Té”, “Por la Ventana” e “En la Naturaleza”.

2 – Cultura Profética – Saca Prende Sorprende 

Cultura Profética é uma banda porto-riquenha que também esteve presente no “Rock al Parque”. É uma sensação por aqui. Escolhi esse clipe por também trazer a identidade da banda, um reggae super delicinha latino-americano e cheio de ideologia –  busquem a letra e verão que o rapaz diz “que tá cansado de comprar o verde”. Antes de cantarem essa canção no show que estive presente, fizeram um discurso sobre o processo de legalização da marijuana na América Latina e eu tive que sair para tomar ar porque minha pressão baixou – muito! – com a fumaça. Minha canção favorita é “Ilegal”.

3 – Calle 13 – Atrevete te te 

Calle 13, também porto-riquenha, é a queridinha dos jovens de toda latinoamérica. Letras de protesto social e músicas que fazem você querer decorar a letra e cantar tão rápido quanto o cantor. Não tenho música favorita, mas não podia deixar de incluir-los.

4 – Tres metros sobre el cielo 

Tres metros sobre el cielo é o crepúsculo em espanhol. Todas as minhas colegas já viram infinitas vezes a parte “um” e “dois”, leram os livros e tem opiniões acerca de todos os personagens. É aquela coisa que marcou a adolescência e agora todos se envergonham. Mesmo assim, indico. Assisti depois de velha e gostei hehe! Tem o filme todo no youtube e netflix.

5 – Las 20 latinas – Spotify

Playlist do Spotify com as músicas que mais tocam nas rádios e clubes. Todas são superchicletes e viciantes =)

Playlist do Spotify com as músicas que mais se escutam nas rádios e clubes, todas são superchicletes e eu já viciei

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“MAS UM INTERCÂMBIO VALE MESMO A PENA PARA O ESTUDANTE DE DIREITO?” (UMA RESPOSTA AO LEIGO)

A ideia de realizar um intercâmbio é um dos temas mais presentes na vida do estudante brasileiro. Nos últimos anos, com o crescente aumento das bolsas de estudo para este fim – e, claro, o surgimento do programa Ciências sem Fronteiras – se tornou infinitamente mais fácil e acessível sair do seu país e viver a experiência da vida universitária no exterior. Mas, infelizmente, tais bolsas se concentram nas carreiras de ciências exatas, o que limita as possibilidades dos estudantes de direito – e das ciências humanas em geral.

Mesmo com as limitações mencionadas, o estudante de direito pode viver tudo isso. Afinal, o seu pai pode vender o carro, sua tia não reformar o apartamento, e ele terá dinheiro suficiente para passar seis meses em outro país – comendo no bandejão, é claro. Entretanto, a questão da falta de incentivo não é o ponto que quero tratar, apesar de sua extrema relevância.

Uma outra barreira que o estudante de direito precisa ultrapassar reside no fato de que o senso comum encara como desnecessário e sem propósito que alguém saia do seu país para aprender um outro sistema jurídico. “Afinal, as leis não são diferentes em cada país? Para quê você vai aprender algo que depois será inútil?”. Sério, dez em cada dez amigos que não estudam direito me perguntaram isso. Talvez não com essas palavras. Não diretamente. Mas me perguntaram.

Apesar de ter mil e um argumentos para rebater os meus amigos – e deixo claro que respondi de forma distinta a cada um deles – escrevo esse texto para focar apenas em alguns, os quais considero mais importantes e penso que são coisas que todo o mundo deveria saber. Igual todo o mundo deveria saber ler e fazer contas.

Importantes ministros do STF, como Luis Roberto Barroso e Ricardo Lewandowski, cursaram suas especializações em universidades extrangeiras

Antes de refletir acerca da importância acadêmica da experiência, quero abordar a questão do crescimento pessoal. Há quem entenda o direito como um mero conjunto de normas. E não sou em quem vai dizer que o ele não é, mas acredito que o conceito está muito além disso.

Para mim, o direito é uma ciência social, que lida primordialmente com a sociedade, com o homem e com os seus conflitos.  Uma vez, um professor que muito admiro afirmou que o profissional do direito lida todo o tempo com dramas humanos: é o divórcio de um casal que se amou e depois se deu conta que, em algum momento, o amor acabou. É o assassinato de um irmão. De um pai. De um filho. Na Colômbia, onde atualmente vivo, é a transição de uma época de guerra para uma época de paz. Ninguém vai me convencer de que para trabalhar com isso só se é preciso saber ou “decorar”, como muitos gostam de dizer, normas e códigos.

Para trabalhar com o homem é necessário ser humano, saber calçar o sapato do outro, saber calar e saber falar. Nada melhor para compreender o outro do que submergir em uma cultura completamente distinta da sua, e ter que aceitar que o que é tão diferente para você, é o natural para o outro. Em relação a outra cultura, não se fala em certo ou errado, se fala em o que é socialmente aceitável e por quê. Todo esse exercício propaga um valor essencial ao profissional do direito: o respeito. É preciso respeito para ser imparcial. É preciso ser imparcial para ser um bom juiz, um bom promotor, um bom advogado.

Ademais de todo o amadurecimento que se adquire, afirmo com toda propriedade que os ganhos acadêmicos existem e são inúmeros. Aos que sustentam que o direito é lei e lei é nacional, eu trago duas informações que talvez revolucionem seus mundos: primeiro, quanto ao aspecto da nacionalidade, os ordenamentos jurídicos são muito mais similares do que eles poderiam supor e, segundo, quem falou que direito é (só) lei?

A tal da globalização não nos afeta apenas quando o assunto é Mc Donald’s e roupas chinesas. Todos os campos do saber são abalados e influenciados. No que pertine ao direito, essa influência é muito mais nítida quando falamos dos tratados internacionais, das organizações internacionais que nosso Estado participa e dos famosos direitos humanos.

Esse fenômeno global, ainda, não reside apenas no fato que temos direitos e deveres respaldados por tratados universais, mas também no fato que os ordenamentos jurídicos se influenciam mutuamente. Explico: nosso direito civil foi profundamente influenciado pelo direito civil alemão e francês. Nossa Constituição da República segue um modelo liberal,  pensada a partir do ideal francês pós-revolução, que consagra os direitos civis de propriedade, liberdade e igualdade. Apesar de termos pensadores brilhantes, a realidade brasileira – e também latino-americana – é que ainda somos grandes importadores de teorias jurídicas.

Então, não é como se eu estudasse direito no meu país e fosse para outra parte aprender mecânica de automóveis. E, pasmem, ainda assim, não estou segura de que tal conhecimento me seria totalmente inútil. Imagina me deparar com um litígio sobre um terrível acidente de carro! E se eu achar que não foi acidente? E se eu quiser discordar do perito? Nunca menospreze conhecimento. Principalmente se a sua carreira for a jurídica.

Para tratar da segunda informação que citei, repito: o direito não é (apenas) lei. Qualquer aluno da minha carreira, em seu primeiro período, tem uma aula sobre as “fontes do direito”. E o que é isso? Em uma definição muito simples, seriam as formas como o direito se manifesta. Assim, aprendemos que o direito brasileiro se manifesta através da lei, mas também através da doutrina, da jurisprudência e dos costumes. Nos julgados mais importantes dos Tribunais Superiores se observam largas citações de pensamentos e escritos, nacionais e internacionais. Assim, a doutrina, servindo de base para uma argumentação lúcida, é o que vem resolvendo os grandes dilemas do nosso país. Dilemas que até mesmo o poder político teme a enfrentar.

Então, a tarefa do profissional do direito não é, ao contrário do que meus amigos leigos pensam, decorar leis e códigos (nacionais). Isso, talvez, faça um mero técnico do direito, não um pensador. Para ser um profissional exímio e diferenciado é necessário um vasto conhecimento do seu sistema jurídico, sim, mas também do que se desenvolve ao redor do mundo. Do que se escreve, do que se pensa, do que se contesta.

Ademais, a partir da análise do direito do outro e de uma comparação de possíveis diferenças é possível compreender com muito mais clareza as particularidades do seu próprio sistema.

E é por tudo isso que, se alguém voltar a te perguntar se vale a pena para um estudante de direito fazer intercâmbio, não hesite em contestar que vale a pena. Que vale muito a pena! Ao meu companheiro de direito que, por alguma razão, ainda tem alguma dúvida, vai por mim: não tenha medo. Apenas… vá!

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